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viernes, 20 de julio de 2012

Síndrome de Capgras: amigos extraños!

El síndrome de Capgras o Mal de Capgras es un trastorno mental que afecta a la capacidad de identificación del paciente. Este cree que una persona, generalmente un familiar, es reemplazada por un impostor idéntico a esa persona.

Es un reconocimiento sin sensación de familiaridad. Es típico de este síndrome que el cónyuge o el hijo del enfermo induzca un reconocimiento parcial (“se parece a…”) pero insuficiente para estar convencido de su identidad real.

El síndrome de Capgras es un angustiante espejismo que puede elaborar una mente dañada. Una psiquiatra contaba en The New York Times cómo una de sus pacientes llegó un día a casa y se encontró con un extraño sentado en el salón de su casa. De algún modo, el tipo le resultaba familiar, pero no sabía decir por qué. Él tenía una voz parecida a la de su marido y sabía muchas cosas sobre su vida, pero no era él. Para ella estaba claro: un impostor le había reemplazado.

En esta enfermedad, se disocia la percepción del reconocimiento, un problema que algunos neurólogos atribuyen a una causa orgánica aún desconocida. Los psicoanalistas, por su parte, consideran que el mal aparece cuando algún tipo de carácter negativo se debe asociar a un ser querido. Por un sentido de culpa, estos sentimientos se atribuyen a un doble que puede ser rechazado sin ningún problema. Este trastorno esquizoafectivo, similar a la esquizofrenia, puede tratarse con fármacos.

El síndrome lleva el nombre del psiquiatra francés Jean M.J. Capgras que bautizó la enfermedad como l'illusion des sosies (ilusión de los dobles) y la definió en 1923 como “el resultado del sentimiento de extrañeza combinados con una tendencia paranoide a desconfiar, así como una ambivalencia del paciente con su entorno más cercano”

Ocurre más frecuentemente en personas esquizofrénicas o con algún tipo de delirio paranoico.  Para el tratamiento de este extraño trastorno se recurre a los medicamentos antipsicóticos combinados con psicoterapia.

Gracias a las diferentes fuentes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios mío. Yo me moriría si no pudiera reconocer a mis hijos!!!

Susana